Seguramente que has oído hablar de las famosas calçotadas en Cataluña, pero ¿sabes qué son los calçots o cuál es el origen de esta tradición? Entender la cultura y las tradiciones de un país te ayudarán a comprender mejor su lenguaje e involúcrate más en su aprendizaje.

Así, desde don Quijote te animamos a que te apuntes a uno de nuestros cursos de español en Barcelona y vengas a probar las calçotadas por ti mismo. Pero, mientras tanto, te contamos en este artículo el origen de las calçotadas, cuál es su receta clásica y, por supuesto, qué son los calçots. ¡Sigue leyendo para no perderte nada!

¿Qué son los calçots?

Los calçots son un tipo de cebolla tierna típica de toda Cataluña, pero sobre todo de Tarragona. Esta cebolla es uno de los ingredientes estrella de la cocina catalana y, por ende, el centro de una de sus tradiciones gastronómicas más queridas: la calçotada.

La principal diferencia entre los calçots y una cebolla común es que estos primeros son largos y delgados, más suaves y con un sabor más dulce. Eso sí, los calçots solamente se pueden comer durante una temporada limitada: en los meses de invierno y hasta primavera.

Origen de los calçots

Las calçotadas han captado el interés y la atención de miles de locales y turistas y no es para menos. Esta tradición se remonta al siglo XIX y se le atribuye a un agricultor llamado Xat de Benaiges, quien vivía en Valls, una ciudad de la comarca de Tarragona.

Según la tradición, durante uno de sus experimentos agrícolas Xat decidió plantar cebollas de una forma inusual. Xat, en lugar de permitir que crecieran de forma habitual, iba cubriendo las cebollas progresivamente de tierra a medida que crecían, lo que obligaba a la planta a brotar hacia arriba para alcanzar la luz del sol.

Gracias a esta forma de cultivar, que en catalán recibe el nombre de “calçar”, la cebolla se alarga y adquiere el característico aspecto de los calçots. Por lo tanto, el nombre de calçots proviene de este método de cultivo que implementó Xat de Benaiges en las cebollas.

Asimismo, se dice que fue Xat de Benaiges quien, al saborear los calçots asados en la parrilla por primera vez, se percató de su especial sabor dulce y ligeramente ahumado. Con el paso del tiempo, la tradición se popularizó entre los vecinos de la región y pronto se extendió por toda Cataluña.

Temporada de calçotadas

La temporada de realizar calçotadas empieza en el mes de noviembre y se extiende hasta abril. Aunque el cultivo de los calçots puede encontrarse en varias zonas de Cataluña, es la zona del Valls la que sigue siendo el epicentro de la tradición. Así que, si quieres experimentar una calçotada emblemática, no dudes en acudir a esta región de Tarragona.

Es en Valls donde se organiza la Gran Fiesta de la Calçotada a finales de enero, donde participan cientos de personas. Durante este festival se realizan concursos, demostraciones y degustaciones para homenajear a los calçots.

Durante los meses que dura la época de calçotadas, es común ver a familias y amigos reunidos en masías y restaurantes para disfrutar de calçotadas. Esta celebración va más allá de la comida puesto que representa una oportunidad de convivir y mantener viva una tradición que combina historia, gastronomía y mucho sabor.

La receta de los calçots

La receta original de los calçots implica asarlos y preparar una salsa especial, conocida como salsa romesco o salsa salvitxada. La salsa romesco se elabora a base de tomate, ajo, almendras, avellanas, pan y pimientos secos, con un toque de vinagre y aceite de oliva. Este acompañamiento tiene un sabor ahumado y profundo, ideal para realzar la dulzura de los calçots asados.

Si quieres preparar una calçotada de primera, debes colocar directamente los calçots sobre una parrilla a fuego vivo. La clave es asarlos hasta que el exterior se queme ligeramente (en realidad, la parte exterior queda negra y casi carbonizada, por lo que no te asustes si los ves negros). Una vez asados, envuélvelos en papel de periódico para mantener el calor y la humedad hasta el momento de servirlos.

Otra tradición es la forma de comerse los calçots, una de las partes más divertidas. Coge un calçot con una mano, tira de la capa quemada para dejar al descubierto la parte blanca y tierna, y luego sumergirlo en la salsa romesco antes de llevártelo a la boca. Inclina la cabeza hacia atrás para poder comerte el calçot de un solo bocado. Aunque puede parecer complicado, esta forma de probar los calçots es una parte fundamental de la experiencia gastronómica.

Solamente te queda probar los calçots y contarnos qué te ha parecido la experiencia. Esta tradición ha seducido a miles de turistas y visitantes que se reúnen para disfrutar de esta experiencia. No te la pierdas y visita Barcelona de la mano de don Quijote.

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