Hoy te traemos un juego de cartas para el que no necesitas a nadie más. Este solitario está pensado para esos momentos de aburrimiento o de viajes eternos. Solo necesitas una baraja española y a ti mismo. Si quieres aprender a jugar en inglés, haz clic aquí para cambiar de artículo.

Lo único que tienes que tener en cuenta es que no te puede faltar ni una sola carta. De lo contrario, te volverás loco buscando y buscando… sin encontrar nada.

Visto esto, vamos a empezar.

El objetivo del juego es comenzar con todas las cartas desordenadas y terminar con el mazo completamente ordenado.

Para jugar, hay que tener toda la baraja colocada boca abajo en una mano.

A partir de aquí, hay que ir sacando las cartas de dos en dos y colocarlas boca arriba en la mesa, formando un nuevo montón. De estas dos cartas, solo se puede jugar con la que está más arriba ya que la de abajo está “bloqueada”.

Se puede jugar ordenando las cartas del as al rey o del rey al as, ¡como más te guste!

Si juegas del as al rey, tienes que ir sacando las cartas de dos en dos hasta que aparezca el as de cualquier palo. Cuando lo veas, cógelo y ponlo en otro lado de la mesa.

Así, según vayan apareciendo el resto, podrás ir colocando en cuatro montones distintos los ases de cada palo.

En cuanto tengas un as, puedes buscar el dos de ese mismo palo (aunque del resto sigas necesitando el as). Después del dos, busca el tres, el cuatro… hasta que completes todos los palos.

Recuerda que solo puedes coger la carta de arriba, ya que la segunda está bloqueada. Pero claro, si utilizas esa primera carta, la de abajo se desbloquea y puedes utilizarla, ya que pasa a ser la de arriba.

Pongamos que tienes en la mesa los ases de oros, copas y bastos y el tres de espadas.

Sacas dos cartas y ves que la de arriba es el dos de oros. Como la necesitas, la colocas sobre el as de oros. Pero, al quitar ese dos, has descubierto que la carta de abajo era el cuatro de espadas ¡que también necesitas! Pues ahora, como la has “desbloqueado”, la puedes utilizar directamente.

Así, poco a poco vas sacando todas las cartas y formando cuatro montones nuevos. Si, llegado el caso, se acaban todas las cartas de la mano, coge de nuevo el mazo que has ido soltando en la mesa, ¡sin barajarlo!, y colócalo en tu mano boca abajo.

Empieza otra vez sacando las cartas de dos en dos hasta que vayan saliendo todas las que necesites… o ¡hasta que ordenes todas las cartas!

Si en algún momento no puedes seguir (por ejemplo, porque hay un cinco de oros encima de un cuatro de oros), tendrás que barajar las cartas de la mano y seguir probando suerte.

Ahora que ya sabes, prepara tus cartas y, ¡a jugar!

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